jueves, 25 de marzo de 2010

Haití, dos meses después

Haití sigue en ruinas. Tras más de 220 millones de muertes y con más de un millón de refugiados entre escombros e inmundicias. En la calle. Calles llenas de ratas, de basura y de violencia.
Después de dos meses y a pesar de la extensa movilización internacional, los fondos recogidos y los cientos de organizaciones de ayuda que están en el terreno: todo es insuficiente.
El peligro viene en forma de violencia estructural alimentada por una falta de refugio y unas deficientes condiciones de higiene. El clima, tampoco ayuda. Las primeras intensas lluvias ya han comenzado y allí no hay tejados en los que cobijarse. Colette Gadenne, Jefa de Misión de MSF ha declarado que "lo que vive aquí la gente día tras día es inaceptable en términos de dignidad humana".
Mientras la gente malvive en centros de refugiados en los que las condiciones son extremas, la ayuda internacional permanece apilada en el aeropuerto. Porque si está habiendo un problema con las ayudas de emergencia es la lentitud de su reparto.
La población permanece en estado de shock. Muchas personas han perdido sus hogares. Quienes tienen la suerte de conservarlo, duermen igualmente en la calle. El miedo les ha vuelto claustrofóbicos. Tienen miedo. A las réplicas, pero también a la violencia y al pillaje.
Porque en el reino del caos, donde no hay orden ni castigo, ha aumentado el número de agresiones sexuales. Los campos de refugiados no son lugares seguros para las mujeres. Sin electricidad ni vigilancia, se vuelven especialmente peligrosos durante la noche. Esto, sumado a que en Haití una persona de cada 50 tiene sida, una agresión sexual se convierte en una amenaza muy alta de contagio. Este país tiene una de las tasas más altas de infección de sida del hemisferio occidental.
La violencia era ya un problema grave en Haití antes del terremoto. El siniestro a reparar no data del seísmo de 2010. La historia de este país está cargada de desgracias. Sin ir más lejos, en 2008 soportó 4 huracanes. Entre otras muchas fatalidades con raíces coloniales que, por mucho que intenten camuflarse, no tienen una raíz natural.
De los cien países más poblados del mundo, es el que en 2003 gastaba menos en servicios públicos. Hace tiempo también que las políticas de la oligarquía han llevado al país al desastre ecológico. El seísmo, la furia de la tierra, no vino más que a traducir en ruinas la devastación palpable del país. Antes del 12 de enero, Puerto Príncipe, cuya población se duplicó en medio siglo, ya no era una ciudad sino una aglomeración de construcciones, donde cada día se amontonaban 200 nuevos habitantes.