miércoles, 16 de junio de 2010

El arte del saqueo

Arte egipcio, mármoles del Partenón, la piedra Rosetta… Miles de años de cultura de la humanidad que se condensan en un enorme edificio del siglo XIX. El British Museum es el museo más grande del Reino Unido y está dedicado a la Antigüedad y al Imperio Británico. Enormes galerías nos hacen pasear por el arte egipcio, etrusco, romano, griego y oriental. Y mientras el turista pasea por ellas, no puede evitar preguntarse qué pesa más, la grandeza o la ambición humanas. Porque en este museo se palpan ambas.

Más de seis millones de personas visitan al año este museo, y entre ellas estuvimos la que estas líneas escribe y unas amigas. Con la boca abierta y con poco tiempo, recorrimos a grandes pasos las salas dedicadas a Grecia y Egipto, y no pudimos evitar decir algún improperio ante semejante exhibición del saqueo perpetrado por el Imperio Británico.

Barcos piratas y ríos de sangre vienen a la imaginación. Culturas antaño florecientes empobrecidas con el hurto de sus raíces. Riqueza y patrimonio ahora inaccesibles. Si se desea visitar la antigüedad humana, no hay que ir a la cuna de nuestra civilización, hay que ir al Museo Británico.

Los orígenes de este museo parten del año 1753, cuando el médico sir Hans Sloane donó al país su colección privada de objetos curiosos, la cual ha ido creciendo poco a poco por medio de numerosas adquisiciones, algunas de ellas fruto de saqueos y botines de guerra. El British alberga más de 4 millones de piezas en casi 100 galerías. Es imposible recorrerlo en un día y lo más común es elegir de antemano las salas que se desean visitar.


Un viaje a la antigüedad

En la colección del arte egipcio destaca la piedra Rosetta, pero también alberga estatuas de faraones, como la de Ramsés II o la de Amenofis III. Numerosas vitrinas encierran momias humanas y de animales, sarcófagos, cetros, piedras… Una vez el turista está maravillado y asombrado por una cultura tan sublime se sumerge en un mundo no menos rico, el griego. Las colecciones griegas y romanas cuentan con los mármoles de Elgin, que son bajorrelieves del Partenón del siglo V antes de Cristo, el monumento de Nereida, los frisos y la escultura del año 350 antes de Cristo pertenecientes al museo de Halicarnaso, una de las maravillas de la humanidad; y el jarrón de Portland, una de las mejores piezas que se conservan del Imperio Romano. Y esa inmensidad de objetos que no pertenecen a Inglaterra están ahí, fuera del alcance de muchos griegos y egipcios. Y precisamente esto es lo que provoca un sentimiento contradictorio en el visitante. Admiración y orgullo de la grandeza humana y vergüenza y odio ante el egoísmo y la ambición, que también definen al ser humano.