jueves, 7 de abril de 2011

La inspiradora azotea del Círculo

Cada piedra de granito era como mi casa. Desde la época de las bailarinas de purpurina plateada, pasando por la carpeta con dedicatorias y fotos de la Superpop, siguiendo con las zapatillas hechas trizas en el patio y mucho más allá. Incluso la época de reprografía, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábados locos y cineuropa rollo P&P. Todo ese tiempo el granito fue como mi casa, y lo sigue siendo.

Y hoy tranquilamente en la azotea del Círculo trasladé al skyline de Madrid el mapa mental de la ciudad que ha sido mi casa también en los últimos años. Es una casa con un cielo mucho más contaminado y con mucho más ruido y, a pesar de que es una morada muchas veces inhóspita, fría y llena de prisas, alberga ya muchos buenos momentos de los que sólo el futuro adivinará los posos.

Caminando hacia el hogar, en una de esas charlas que surge porque sí, me alegré al saber que alguien que lleva algo menos de tiempo aquí también siente este asfalto suyo. Esto, sin duda, es lo mejor de Madrid. Es de todos, mío y nuestro, y de nadie a la vez.


miércoles, 6 de abril de 2011

Be My Baby

Siempre que busco aquella canción robada de la más tierna adolescencia acabo escuchando Be My Baby y para nada suena a lo que vuelve a la memoria. Escribo la letra en google, canto la melodía a amigos... pero nunca nadie me lleva a esa voz dulce. Como de liana en liana voy investigando el estilo musical en spotify, pero no hay manera. Ni siquiera el buscador me saca de la incertidumbre. 
Después, como siempre, me olvido por un tiempo, hasta que alguna radio fórmula la devuelve al recuerdo. 
Una frase del tema dice algo así como: "What would I do, just to leave my baby, when the lights go out…". Quizás, el día que sepa por fin quién la interpreta nunca más quiera volver a escucharla.

Pero eso sólo lo sabré… pues cuando lo sepa.

Vanessa Paradis, otra de las lianas que aparecen pero que no son

martes, 5 de abril de 2011

Hooligans a lo watchuwei watchu, watchu, wei

Grandes, enormes, sebosos. Sus gruñidos cubrían los 10 minutos que pasé por Sol. Orines, vasos de cristal, vasos de plástico, vasos, vasos… vasos por doquier. Apilados, llenos, vacíos, mediollenos y mediovacíos. Y todos acompañados por manadas, piaras, de camarones cacareando en un idioma más cercano a lo que se debía hablar antes de los dedos prensiles.


Sus excreciones llenaban toda la calle Postas con unos bramidos ensordecedores. Al parecer lo que les une es el deporte, aunque estoy convencida de que es el etilismo puro y duro. Eso sí, ningún hostelero se atrevía a increpar a aquellos hijos de anglosajona cuando salían del establecimiento blandiendo cual florete sus vasos de cristal. Armas arrojadizas nada desdeñables.


Todos los figurantes de BraveHeart serpentearon hacia Sol calle abajo, mientras la gente cuerda (o no tanto) nos resguardábamos en la Cure de Gourmande. Todas las pastas artesanales francesas del mundo no podían traer ni paz ni un mínimo de lucidez a aquella pantomima.


La vergüenza ajena es algo de lo que no se puede abusar, porque el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, pero madre mía. Qué vergüenza ajena.


Welcome to Spain amigos del Tottenham. Partáis o no con una victoria, partid ya, porque lo que consumís y lo que ensuciáis no compensa de ninguna de las maneras.