jueves, 26 de agosto de 2010

La redacción de Wikileaks


Me imagino la redacción de Wikileaks. Todo muy oscuro, minimalista y, por supuesto, muy del rollo de la casaza donde Ewan Mc Gregor escribía la biografía de aquel político en El Escritor.
Todo en ella son gabardinas, poca ropa debajo, archivos de Afganistán y flexos tipo banquero BANKER en un tono oro envejecido.
No sé por qué en esta imagen mental, Jessica Rabbit está en la silla patas arriba con una camisa blanca, como Brigitte Bardot cantando guarradas al pie de un piano con Gainsbourg, y su larga melena pelirroja se desliza hasta casi alcanzar peligrosamente las ruedas de la butaca. Ojo Jessica, un descuido, un movimiento brusco y cualquiera te saca la jeta de ahí.
Hombres grises acompañan a Jessica en ese lugar en el que nadie usa su nombre verdadero.
Assange hace meses que no se pasa por ahí, demasiado tiene ya con lo suyo. De vez en cuando les sube algo en el ftp sobre algún documento de Afganistán. Pero nadie le verá pronto por ese agujero. Publicar lo que nadie quiere oír, lo que muchos matarían por saber, lo que algunos padecerán en sus carnes; publicar lo que es, en resumen, incómodo, tiene un precio.
Assange paga ahora el riesgo de la patata caliente, de tener una web que se encarga de recibir bombas y hacerlas estallar. Julian lo que es, es un emprendedor.