miércoles, 18 de julio de 2012

El Duelo


LUNES
Frenazo. Parada. Baja Fernández con el bocata de Philadelphia en una mano y la mochila en la otra. Arranca. Jiménez con sus cromos baja tras una pequeña parada.
Las pistas se vuelven más estrechas hasta que llegamos a las afueras. 
Parada. Suspiro. López baja con paso tembloroso. Corre. Corre. Corre y llega al trabajo de su madre.
Por fin respira tranquila en todo el día, son las seis de la tarde.


MARTES
- Ay Pepe, colócate, que van a traer ahora la cena.
- Qué testaruda, ya me pondré bien cuando llegue. Además, no tengo hambre. Pásame el mando de la tele que creo que ya ha empezado el partido.
- Dichoso partido, siempre igual, ¡te preocupa más que alimentarte! ¡Así no llegas a viejo!
- María, viejo ya estoy, ¿o es que no me ves aquí en esta cama? Anda, pon ahí una moneda que se nos están acabando los minutos.


Pese a todo, Pepe se comió hasta el último bocado de la cena.


MIERCOLES
López está convencida de que hoy le toca. Hoy tiene que correr más que nunca. ¿Qué otra opción si no?
- Qué cobarde soy, pero es que soy una mindundi.


JUEVES
A Aarón nunca le gustó su nombre. Solo le gustó que nadie lo pronunciase. Ni en el colegio, ni en casa ni en el trabajo. Lo que a él le gustaba era el silencio. Silencio para no tener que escuchar a nadie ni que nadie le obligase a hablar. El silencio de los medios unidireccionales, no la mamarrachada de las redes sociales de hoy en día en donde todo el mundo se siente libre para contar su vida y escribir sus opiniones. A quién carajo le importa.


VIERNES
La indecisión puede. Esta semana ha sido un éxito. He batido mi récord en tiempo de carrera cuesta arriba en plena persecución. Solo me queda hoy, malo será. Es el día de mi cumpleaños. Claro que ellas no lo saben. Pero digo yo que a nadie le pegan el día de su cumpleaños.


SÁBADO
- Pepe, como tu médico, te digo que lo estás haciendo muy bien. Fenomenal. Has vuelto a comer. Tienes las mejillas sonrojadas y más energía. Pero también te digo que basta ya de salir a fumarte el cigarrito ahora que ya puedes caminar. !Hay que cuidarse un poco!


DOMINGO
El mando de la tele estaba sobre la mesilla. Aarón acababa de llegar de una comilona con los colegas, que le llamaban Eusebio. Ellos lo hacían porque a Aaarón no le gustaba su nombre. Pero realmente a él le gustaba porque así no tenía que ser él mismo. Podía ser otro.
No como ahora, sentado en ese sillón de hospital, viendo a su abuelo dormitar, toser fuerte e incapaz de mantener el hilo de cualquier conversación.


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Una mala palabra debería debería ser el fin de cualquier conversación.

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