sábado, 9 de octubre de 2010

La vida es esa cosa exquisitamente sin sentido

Pensará la esposa de Liu Xiaobo, el disidente chino a quien la víspera le fue concedido el Premio Nobel de la Paz 2010, que se dirige hoy bajo custodia a la prisión donde el galardonado cumple condena para informarle de la noticia, después de negociar con las autoridades su silencio. Y tal día como hoy también lo pienso yo.


Cada día, cada mañana, nos levantamos, cumplimos con nuestras obligaciones y nunca nos cuestionamos, o por lo menos yo no lo hago, el por qué todo esto.  Cientos de periodistas esperaban en la puerta de la poetisa Liu Xia, pero allí se quedaron. Ella fue obligada a abandonar secretamente su domicilio.


Liu Xiaobo lleva en la cárcel desde diciembre de 2008 y aún le queda casi una década entre rejas por haber ido en contra de un régimen como el de Pekín. Su delito: incitar a la subervsión. El pecado que veo que ha cometido: el haber nacido para algo más que para pasar. Seguro que su vida no está tan vacía, aunque... ¿merecerá la pena?

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